Las plantas ganan espacio en las ciudades

 El siguiente trabajo fue publicado en el año 2014, en el diario El País de España, describiendo como las plantas ganan espacio en edificios y espacios públicos en las ciudades más importantes del mundo…
Hundertwasser-haus, Viena. Sus creadores la definieron como una casa en armonía con la naturaleza.
Hundertwasser-haus, Viena. Sus creadores la definieron como una casa en armonía con la naturaleza.

Imaginen una ciudad que, vista desde arriba, ofrece el colorido de un gigantesco mosaico verde. Un lugar donde los tejados albergan jardines que hacen la vida acogedora, donde la naturaleza no es la excepción en un mar de cemento ni algo reservado para excursiones de fin de semana, con los niños y la tartera. Ahora imaginen una ciudad vista desde abajo, donde los bosques surgen del asfalto y suben sin miedo hasta tocar el cielo. Imaginen, por qué no, una gran urbe como Chicago enverdeciendo sus azoteas, un aeropuerto berlinés transformado en parque o una antigua vía de ferrocarril elevado convertida en el eje verde más in de la Gran Manzana. ¿Utopía ecologista o realidad?

Las torres del Bosco Verticale, de Stefano Boeri Architects, son un sueño de sostenibilidad que busca compensar los alarmantes niveles de contaminación en el centro de Milán. Con 76 y 110 metros de altura, más de 900 árboles, 11.000 plantas y 5.000 arbustos que formarán su piel exterior, constituye un auténtico ecosistema natural que servirá de aislante térmico, ayudando a mantener los espacios interiores frescos en verano y cálidos en invierno, ahorrará energía, filtrará el polvo de la ciudad y protegerá de la contaminación acústica a sus habitantes. Además, absorberá dióxido de carbono y verterá oxígeno a la atmósfera y a las viviendas próximas.

La cobertura verde de cada torre equivale a 10.000 metros cuadrados de bosque. Es el primero de su clase, pero no será el único en pretender combinar los crecientes desafíos del desarrollo urbano con la regeneración del entorno natural: en Singapur, los 31 pisos de la Scotts Tower, de UNStudio, incluirán espacios recreativos como parques, restaurantes y piscinas, y estarán coronados por un jardín sostenible en su azotea.

En la ciudad china de Shenzhen, el estudio francobelga Vincent Callebaut Architects ha imaginado un conjunto de seis rascacielos –farmscrapers– cuyas 111 plantas, diseñadas como burbujas transparentes, contendrían un jardín suspendido en el exterior y una mezcla de espacios residenciales, oficinas y áreas recreativas, completando un ecosistema con turbinas de viento, reciclaje de agua y paneles solares que, de momento, son solo un prototipo. Toda una gama de opciones para gozar de la naturaleza sin salir de casa, aunque sus elevados costes no los conviertan en una opción muy democrática: el Bosco Verticale tiene un presupuesto total de 65 millones de euros, y ninguna de las viviendas de las Scotts Tower baja de los dos millones de dólares “antes del descuento” que la promotora anuncia en su web.

La OMS recomienda de 10 a 15 metros cuadrados de superficie verde por habitante

La revolución verde, sin embargo, puede y debe estar al alcance de todos. En Manhattan, la última sensación urbanística no ha sido un gigante de acero, sino el High Line, una antigua vía de tren que cerró en 1980 y que reabrió en 2009 reconvertida en parque urbano, gracias al esfuerzo de la asociación Amigos del High Line, donaciones privadas y la ayuda de las autoridades locales. Ubicado en el Lower West Side e inspirado en un proyecto similar en París, los tres tramos de este parque lineal cuya finalización está prevista para otoño de 2014 albergan 210 especies de plantas, atractivas vistas del río Hudson y de la ciudad, puestos de comida y diversos proyectos artísticos que lo han convertido en un imán para turistas y residentes.

El High Line es, según Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York cuando se puso en marcha el proyecto, “un apreciado oasis vecinal, un claro generador de actividad económica para toda la ciudad y un icono reconocido para proyectistas, diseñadores y líderes de todo el mundo”. No es, sin embargo, el único espacio de la ciudad de los rascacielos que ha sido transformado para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos: el Hudson River Park y el Brooklyn Bridge Park eran dos viejos muelles que hoy viven su propio renacimiento verde.

Árboles y plantas reconquistan el asfalto

Sin movernos de Estados Unidos, el estudio NBBJ ha diseñado en el centro de Seattle el nuevo cuartel general de Amazon, un espectacular conjunto de tres esferas de cristal y acero que albergarán “espacios flexibles de trabajo” y más de 6.000 metros cuadrados de zonas verdes abiertas al público, un parque para perros e incluso un carril bici. El complejo, que se completará con tres edificios de oficinas de 38 plantas, ya ha comenzado a construirse y se espera que esté terminado en 2016. Son motivos suficientes para sentirse optimista en un país cuyas ciudades pierden, por otra parte, cuatro millones de árboles al año.

Y los ejemplos continúan en urbes como Madrid, donde el eje vertebrador que es Madrid Río ha recuperado zonas y unido barrios que antes apenas se relacionaban, o Berlín, con la apertura al público del antiguo aeropuerto de la ciudad. Cerrado en 2008, Tempelhofer Park es hoy un inmenso parque que alberga seis kilómetros para correr, montar en bici o en patines y varias zonas depicnic.

En nombre del progreso, las ciudades se han desarrollado relegando los espacios verdes a algo casi anecdótico. Y sin embargo, Enric Pol, psicólogo ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala: “Ese parque que tenemos a cinco o diez minutos de casa, al que vamos con los niños, es de vital importancia para mantener el tejido social, para relacionarse de una manera espontánea con los demás. Uno de los problemas de la sociedad es que hemos ido reduciendo nuestras interacciones no previstas y las hemos limitado alrededor del único núcleo que nos concentra: el trabajo”.

Pero afortunadamente el progreso empieza a entenderse de una manera muy diferente. Río de Janeiro acaba de demoler una autopista aérea para devolver esa zona a los ciudadanos, San Francisco hizo lo propio con una doble vía costera que quedó dañada por el terremoto de 1989 y la ciudad de Seúl construyó en 2003 el parque Cheonggyecheon, antes autopista.

La naturaleza gana

La Organización Mundial de la Salud recomienda de 10 a 15 metros cuadrados de superficies verdes por habitante, pero estamos aún muy lejos de ese objetivo. Para Ismael Caballero, ingeniero civil especializado en arquitectura bioclimática, “los arquitectos urbanistas dan más valor a concentrar el mayor número de personas e integrar el máximo posible de comercios para generar riqueza económica, aunque esto haga crecer las enfermedades y perder calidad de vida”.

Hudson River Park, Nueva York. El antiguo muelle es ahora un gran espacio verde
Hudson River Park, Nueva York. El antiguo muelle es ahora un gran espacio verde

La naturaleza va poco a poco recobrando los espacios que le pertenecen, en forma de nuevos parques, de espacios reciclados y coronando los propios edificios, como en los llamados techos verdes, que hoy representan el 10% de los tejados en Alemania y generan beneficios muy similares al de rascacielos ecológicos como el Bosco Verticale de Milán. En Estados Unidos, el Ayuntamiento de Chicago y la Academia de las Ciencias de California ya los han incorporado a sus instalaciones y en México DF la azotea del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) consta de 5.000 metros cuadrados e incluye hasta un espacio para practicar yoga. En Europa, la Federación de Asociaciones de Techos Verdes (EFB) promueve el uso de tejados y fachadas verdes en sus países miembros (Alemania, Italia, Austria, Hungría, Holanda, Suiza, Suecia, Noruega, Bélgica, Polonia, República Checa y Reino Unido). La ciudad austriaca de Linz subvenciona a los constructores que los instalen.

Aunque cortos, vamos dando pasos en esta dirección. Pero hay que hacer más. Los espacios verdes actúan de filtro contra la contaminación, regulan el intercambio de aire, calor y humedad, y reducen la tensión y la fatiga, entre otros aspectos. “Se ha demostrado que las personas que trabajan en oficinas cuyas ventanas dan a jardines o parques con vegetación abundante tienen un 73% menos de depresión”, sostiene Caballero. ¿El futuro? Nada es descartable, puede que incluso veamos parques subterráneos como el Low Line en Manhattan, un innovador proyecto de Dan Barasch y James Ramsey para una estación de trolebús abandonada hace 60 años a la que llegaría la luz solar a través de fibra óptica. Aunque aún busca financiación, su objetivo es convertirse en realidad en 2018.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2014/06/17/buenavida/1402994616_712181.html

Los bosques vírgenes del Planeta absorben gran cantidad del CO2 humano

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Los bosques intactos que siguen extendiéndose por la superficie terrestre actualmente absorben alrededor del 25 por ciento de las emisiones de carbono de todas las fuentes humanas.

Una nueva investigación publicada este lunes en ‘Nature ecology & Evolution‘ demuestra así el extraordinario valor de estos ecosistemas y advierte de que dañarlos dejará mucho más dióxido de carbono en el aire para calentar el clima. Además, los bosques tropicales intactos aseguran la estabilidad del clima local y regional, generando más lluvia que los bosques despejados y, por lo tanto, reduciendo el riesgo de sequía.

Los bosques vírgenes del Planeta absorben gran parte del CO2 humano

Las políticas de las comunidades mundiales y la ciencia no diferencian entre los valores relativos de los diferentes tipos de paisajes forestales –que van desde los más intactos hasta los que están muy explotados, fragmentados, quemados, drenados y/o con exceso de caza– debido en parte a la falta de una forma uniforme de medir su calidad.

Con más del 80 por ciento de los bosques ya degradados por actividades humanas e industriales, estos hallazgos subrayan la necesidad inmediata de políticas internacionales para asegurar bosques intactos restantes, incluyendo el establecimiento de nuevas áreas protegidas y los derechos sobre la tierra de los pueblos indígenas y regular la industria y la caza y centrarse en esfuerzos de restauración y finanzas públicas. En ausencia de estrategias específicas como estas, los objetivos mundiales actuales que abordan el cambio climático, la pobreza y la biodiversidad pueden ser insuficientes, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para gestionar los bosques de manera sostenible, combatir la desertificación, detener e invertir la degradación de la tierra y detener la pérdida de biodiversidad.

Una nueva investigación publicada este lunes en ‘Nature ecology & Evolution’ demuestra así el extraordinario valor de estos ecosistemas y advierte de que dañarlos dejará mucho más dióxido de carbono en el aire para calentar el clima.

«Como sumideros de carbono y hábitats vitales para millones de personas y fauna amenazada, se conoce bien que la protección del bosque es esencial para cualquier solución ambiental; sin embargo, no todos los bosques son iguales –dice el profesor James Watson de Wildlife Conservation Society (WCS) y la Universidad de Queensland, en Australia–. La conservación de los bosques debe priorizarse en función de sus valores relativos y los bosques intactos que quedan en la Tierra son las joyas de la corona, a las que ahora deben hacer hincapié las políticas mundiales de clima y biodiversidad«.

Según el estudio, la invasión de la actividad humana e industrial puede tener efectos catastróficos. Una vez abiertos, los bosques anteriormente intactos se vuelven cada vez más susceptibles a las presiones naturales como las enfermedades, los incendios y la erosión; se vuelven menos resistentes al cambio climático provocado por el hombre, y se vuelven más accesibles para el uso humano, conduciendo a una espiral de declive.

Mayor número de especies dependientes

Los bosques intactos tienen también un mayor número de especies dependientes de los bosques y una mayor diversidad funcional y genética. Igualmente, permiten que muchos grupos indígenas mantengan sus culturas tradicionales y sus medios de subsistencia y, a su vez, estos pueblos son a menudo defensores acérrimos de sus tierras ancestrales.

La degradación y la pérdida de los bosques ponen en peligro el suministro de especies médicamente beneficiosas en las que dependen millones de personas; además de que la degradación de los bosques provoca la propagación de muchas enfermedades infecciosas al poner a los seres humanos y a los vectores de enfermedades en estrecho contacto.

«Incluso si se cumplieran todos los objetivos mundiales para detener la deforestación, la humanidad podría quedarse solo con bosques degradados y dañados, que necesitan medidas costosas y, a veces, inviables de restauración, abriendo una cascada de amenazas adicionales y tal vez sin la capacidad de recuperación necesaria para capear el estrés del cambio climático.Esta es una gran apuesta para la conservación, el cambio climático y para algunas de las comunidades humanas más vulnerables del planeta. Nuestra investigación muestra que un remedio es posible, pero tenemos que actuar mientras todavía hay bosques intactos que salvar», dice el coautor principal del estudio, el doctor Tom Evans, director de Conservación y Clima de WCS.

Conservar la integridad de los bosques intactos debe ser un componente central de las estrategias ambientales mundiales y nacionales, junto con los esfuerzos actuales para estabilizar las fronteras de la deforestación y estimular la restauración. Los investigadores recomiendan varias intervenciones de política para llenar este vacío, como crear nuevas métricas estándar de integridad que puedan usarse para crear conciencia sobre la importancia de la calidad de los bosques y ayudar a dirigir la acción hacia los lugares más intactos.

También abogan por incluir el concepto de bosques intactos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Clima y los Informes Especiales del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, con el fin de ayudar a asegurar que los compromisos climáticos del Acuerdo de París incluyan protecciones forestales intactas.

Asimismo, estos expertos proponen respaldar las políticas forestales locales y globales que limitan la expansión de las carreteras; regular la caza, la extracción y el desarrollo; invertir en restauración y áreas protegidas; y ayudar a asegurar los derechos de pertenencia de la tierra de las comunidades indígenas. También plantean esfuerzos de apoyo que restauren y hagan que los bosques degradados sean más productivos a la vez que conservan los sistemas intactos, en lugar de abrir los bosques intactos a la actividad.

Fuente: ecoticias.com

Deforestación

Deforestación cerca de Ciudad de Panamá

La deforestación arrasa los bosques y las selvas de la Tierra de forma masiva causando un inmenso daño a la calidad de los suelos. Los bosques todavía cubren alrededor del 30 por ciento de las regiones del mundo, pero franjas del tamaño de Panamá se pierden indefectiblemente cada año.

Las selvas tropicales y los bosques pluviales podrían desaparecer completamente dentro de cien años si continúa el ritmo actual de deforestación.

Los motivos de la tala indiscriminada son muchos, pero la mayoría están relacionados con el dinero o la necesidad de los granjeros de mantener a sus familias. El inductor subyacente de la deforestación es la agricultura. Los agricultores talan los bosques con el fin de obtener más espacio para sus cultivos o para el pastoreo de ganado. A menudo, ingentes cantidades de pequeños agricultores despejan hectáreas de terreno arbolado, para alimentar a sus familias, mediante tala y fuego en un proceso denominado «agricultura de roza y quema».

Las operaciones madereras comerciales, que proporcionan productos de pulpa de papel y madera al mercado mundial, también participan en la tala de innumerables bosques cada año. Los leñadores, incluso de forma furtiva, también construyen carreteras para acceder a bosques cada vez más remotos, lo que conlleva un incremento de la deforestación. Los bosques y selvas también caen víctimas del crecimiento urbano constante.

No toda la deforestación es consecuencia de la intencionalidad. Alguna es causa de factores humanos y naturales como los incendios forestales y el pastoreo intensivo, que puede inhibir el crecimiento de nuevos brotes de árboles.

La deforestación tiene muchos efectos negativos para el medio ambiente. El impacto más dramático es la pérdida del hábitat de millones de especies. Setenta por ciento de los animales y plantas habitan los bosques de la Tierra y muchos no pueden sobrevivir la deforestación que destruye su medio.

La deforestación es también un factor coadyuvante del cambio climático. Los suelos de los bosques son húmedos, pero sin la protección de la cubierta arbórea, se secan rápidamente. Los árboles también ayudan a perpetuar el ciclo hidrológico devolviendo el vapor de agua a la atmósfera. Sin árboles que desempeñen ese papel, muchas selvas y bosques pueden convertirse rápidamente en áridos desiertos de tierra yerma.

La eliminación de la capa vegetal arrebata a los bosques y selvas de sus palios naturales, que bloquean los rayos solares durante el día y mantienen el calor durante la noche. Este trastorno contribuye a la aparición de cambios de temperatura más extremos que pueden ser nocivos para las plantas y animales.

Los árboles desempeñan un papel crucial en la absorción de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Tener menos bosques significa emitir más cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera y una mayor velocidad y gravedad del cambio climático.

La solución más rápida a la deforestación es, sencillamente, interrumpir la tala de árboles. Aunque el ritmo de deforestación se ha ralentizado un poco en los últimos años, las realidades financieras actuales hacen de esta solución una alternativa poco probable.

La solución más viable sería gestionar los recursos vegetales cuidadosamente mediante la eliminación de los despejes agrícolas para asegurar que los entornos forestales permanecen intactos. La tala que se realice debe hacerse de forma balanceada mediante la plantación de suficiente árboles jóvenes que sustituyan a los más viejos en todos los bosques y selvas. El número de nuevas plantaciones de árboles aumenta cada año, pero el total todavía equivale a una ínfima parte del área forestal del planeta.

http://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/calentamiento-global/deforestation-overview

El árbol de las vitaminas